La precariedad del mercado laboral
colombiano es muy alta, sobre todo en ciertos asentamientos geográficos: con
exclusión de Cartagena y Barranquilla, y sus respectivas A.M., en el resto de
los centros urbanos de la región Caribe y las ciudades de Cúcuta y Florencia se
han evidenciado las mayores tasas de informalidad... Primordialmente, las
actividades de los ocupados informales se han desarrollado en contextos
callejeros (26,70%), en vivienda (36,92%), por ejemplo talleres o tiendas de
barrio, y en local fijo (32,89%).
Por
Carlos Javier Barbosa C.
En
Colombia el volumen y proporción de la informalidad de los ocupados es muy
alto. La informalidad es una característica bien conspicua de nuestra
institucionalidad laboral, al igual de lo que se evidencia en muchas economías
que están en proceso de desarrollo. Para corroborar esta afirmación basta con
mirar rápidamente el volumen y la proporción de los ocupados en condición de
informalidad durante el trimestre diciembre-febrero de 2016: en los 13
principales centros urbanos, incluyendo áreas metropolitanas (A.M.), el monto
equivalió a 4.987.000 “informales” y en las 23 principales ciudades a 5.669.000
ocupados. En términos proporcionales estas cifras correspondieron a una
participación del 47,17% y 48,43%, respectivamente. De forma semejante, no deja
de ser inquietante que el volumen de ocupados informales no remunerados ascendió a 248.000 en las 13 principales ciudades (y
A.M), y a 271.000 en los 23 principales centros urbanos, durante el trimestre
estudiado. Para el ciudadano de a pie, sobre todo el que pertenece a los
menores estratos socioeconómicos, la idea de tener un empleo “con las
prestaciones de ley” bien podría equipararse a un objetivo no fácilmente
alcanzable, accesible, todo lo cual procura una idea acerca de la percepción
notoria que se tiene acerca de la situación precariedad del mercado laboral.
Para
los lectores no iniciados en el tema, se indica que los economistas aluden a la
calidad o precariedad del mercado laboral mediante los conceptos de tasa de
desempleo, tasa de subempleo y proporción de ocupados en el sector informal.
Cualquier valor alto en una o cualquier combinación de estas tasas manifiesta
un mercado laboral notablemente deteriorado.
En
general, la situación de informalidad del mercado laboral refleja nuestra
institucionalidad en diversos aspectos. Ofrece una idea acerca de las condiciones laborales y de ingreso de
las personas ocupadas en dicha condición, grado de aseguramiento en salud,
riesgos profesionales e invalidez, acceso de dichos ocupados a la pensión o al
crédito formal, puntualidad y estabilidad en los pagos de los ingresos
laborales, inclusive grado de modernidad de las unidades económicas, por
colocar un ejemplo muy sencillo. También arroja luz acerca del cumplimiento de
regulaciones en asuntos sanitarios y ambientales (condiciones laborales), y de
responsabilidad para con los empleados dependientes por parte de los
empleadores.
Se
considera que buena parte del no cumplimiento de las normas por parte de los
empleadores puede obedecerse a estrategias de supervivencia (informalidad
involuntaria), hecho que, correlativamente, influye de forma negativa en los
trabajadores dependientes toda vez que terminan privados de las ventajas de
pertenecer al sector formal (vrg., contar con seguridad social ayuda a contrarrestar
las adversidades derivadas de enfermedad, accidentalidad e invalidez; también,
contar con cesantías ayuda a paliar los embates del desempleo). Igualmente, la
condición de informalidad puede deberse simplemente a la racionalidad económica
de los empresarios en un marco institucional donde el Estado es débil para vigilar y hacer cumplir las normas (enforcement), en las pequeñas unidades
económicas. En suma: se puede considerar que “hay una informalidad voluntaria
–la que practican los empresarios `vivos´ dentro de un Estado débil- y una
involuntaria, la que tienen que `practicar´ los ocupados más desventajados o los
empresarios que tienen que supervivir”.
Aunque
resulta una perogrullada manifestar que el mercado laboral colombiano es un
mercado crónicamente maltrecho, de forma complementaria resulta importante
resaltar que dicho deterioro no se distribuyó de forma homogénea en las
diferentes áreas urbanas durante el periodo 2008-2016. En este espacio nos
referirnos a la tasa de informalidad como sinónimo de deterioro del mercado
laboral. Para empezar: ¿sabía el lector que, con exclusión de Cartagena y
Barranquilla, y sus respectivas A.M., los demás centros urbanos de la costa
atlántica o mejor de la región caribeña, evidenciaron unos de los mayores promedios de tasas de informalidad en el
conjunto de las 23 principales ciudades? Sincelejo (69,43%), Riohacha (65,75%),
Santa Marta (65,17%), Montería (64,90%) y Valledupar (64,76%). Igualmente
¿sabía el lector que las otras dos ciudades colombianas con mayores promedios
de tasas de informalidad fueron Cúcuta (68,97%) y Florencia (66,58%). Con todo,
per se, estos porcentajes son
escandalosamente altos toda vez que en estas áreas urbanas prácticamente dos de
cada tres ocupados estuvieron en condición de informalidad.
Aunque
un vistazo sucinto nos podría inclinar a considerar la posible existencia de
una relación directa entre la tasa de formalidad y el tamaño de la ciudad, los
resultados exhibidos por Manizales (45,43%), Tunja (50,52%) y Pereira (52,12%),
por ejemplo, invalidan esta conjetura. Pese a ello, es claro que Bogotá D.C.,
presentó la menor tasa de informalidad (44,66%). Aparte de Medellín que obtuvo
una tasa semejante a la de Manizales (45,66%), y de Bogotá, los otros tres
grandes centros urbanos del país tuvieron tasas de informalidad superiores al
50%: Cali (51,05%), Barranquilla (56,54%), y Bucaramanga (57,52%). A pesar de
presentar las menores tasas de informalidad, se subraya que las tasas de
informalidad de estos centros urbanos han sido muy altas todo lo cual denota un
mercado laboral significativamente precario. (Gráfico 1).
Fuente:
DANE, GEIH.
De
otro lado, los resultados de las encuestas en las 13 principales ciudades y
A.M. sugieren que los renglones económicos con mayor proporción de ocupados en
la informalidad correspondieron a los ocupados en los sectores de
comercio-hoteles y restaurantes- (67,96%), seguidos por los ocupados en las
ramas de transporte-almacenamiento y comunicaciones- (60,39%), construcción
(59,69%), agricultura-pesca, ganadería, caza y silvicultura (47,49%). Por su
parte, la proporción de informales en la industria manufacturera, trimestre
diciembre-febrero, alcanzó durante el periodo 2008-2016 una media (geométrica)
de 38,85%, similar a la advertida en servicios comunales sociales y personales
(38,03%) y en la rama de actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler
(37,60%). Por contraste, la tasa de informalidad en el sector de suministro de
electricidad, gas y agua apenas registró una participación perceptiva (1,31%);
en menor contraste, también se advirtieron tasas pequeñas de informalidad en la
rama de explotación de minas y canteras (10,68%), e intermediación financiera
(9,44%). (Gráfico 2).
Fuente:
DANE, GEIH.
Al
considerar los datos según posición ocupacional se advierte que la mayor precariedad
laboral en las 13 principales ciudades, y respectivas A.M., la presentaron los
empleados domésticos (99,66%); los trabajadores familiares sin remuneración
(94,38%); los trabajadores sin remuneración en otros hogares (87,23%); los
cuenta propia (81,31%); y los patrones o empleadores (78,77%) de empresas hasta
con cinco trabajadores. Los trabajadores dependientes y remunerados, por su
parte, también presentaron tasas altas de informalidad, ante todo, los
jornaleros o peones (54,0%), y, en menor medida, los empleados particulares
(21,20%).
Ahora
bien, al discriminar los datos del trimestre diciembre-febrero del periodo
2008-2016 por posición ocupacional se puede tener una idea de la estructura del
empleo informal, la cual estuvo compuesta mayoritariamente por los cuenta
propia (59,56%). La categoría ocupacional empleado particular ha constituido en
promedio el 20,26%. Las otras dos categorías con pesos significativos correspondieron
a empleado domestico (7,59%), y patrón o empleador (7,24%). Dentro de los
trabajadores sin remuneración, los trabajadores familiares explicaron en
promedio el 4,69% del total de la informalidad.
Al
considerar los datos según nivel educativo, se advierte que los ocupados con
nivel educativo superior han ido ganando participación dentro del total de los
informales toda vez que pasaron de representar cerca de un 14% durante 2008 a
un 17% durante los últimos tres años del periodo considerado. Por
contraposición, los ocupados informales con nivel de enseñanza primaria han perdido una ligera
participación, posiblemente debido a los cambios propios de la mayor
escolarización secular de la población colombiana. Los ocupados en situación de
informalidad con nivel de enseñanza secundaria
se mantuvieron alrededor del 52%.
En
cuanto al lugar donde se desarrolla la actividad económica, existen diferencias
palmarias entre los ocupados del sector formal e informal. Para empezar, la
mayor parte de los ocupados informales desarrolla su labor económica en
viviendas, propias o ajenas, (36,92%), seguida de proporción de ocupados cuyas actividades
se desarrollaron en un local fijo (32,89%). También se verificó una
participación bastante significativa de ocupados que realizaron sus actividades
en sitios descubiertos en la calle
(10,41%), en un vehículo (8,69%), y de puerta en puerta (7,60%). (Gráfico 3).
Estos datos contrastan con la estructura de la ocupación evidenciada en los
trabajadores formales por cuanto las actividades las desarrollaron
primordialmente en local fijo
(78,61%), de puerta en puerta (5,0%),
en un vehículo (4,62%), y en una obra en construcción (3,99%).
Fuente:
DANE, GEIH.
Como
información complementaria, se manifiesta que la universalidad en el acceso a
la salud está todavía lejos de cumplirse en vista de que durante el trimestre
diciembre-febrero 2016, apenas el 93,16% de los ocupados estuvo afiliado a
salud: de éstos, dos de cada tres ocupados (67,21%) pertenecieron al régimen
contributivo, y uno de cada cuatro (el 23,08%) al régimen subsidiado. Por su
parte, la afiliación en pensiones todavía es una utopía toda vez que durante
dicho trimestre apenas el 49,53% del total de los ocupados en las 13
principales ciudades, y respectivas A.M. estaba afiliado .
En
conclusión. La precariedad del mercado laboral colombiano es muy alta, sobre
todo en ciertos asentamientos geográficos: con exclusión de Cartagena y
Barranquilla, y sus respectivas A.M., en el resto de los centros urbanos de la
región Caribe y las ciudades de Cúcuta y Florencia se han evidenciado las
mayores tasas de informalidad. Al igual que los empleados del comercio, los
hoteles, y los restaurantes, los ocupados en los rubros del transporte,
almacenamiento, comunicaciones, y construcción presentaron las mayores tasas de
informalidad. Primordialmente, las actividades de los ocupados informales se han
desarrollado en contextos callejeros (26,70%), en vivienda (36,92%), por ejemplo
talleres o tiendas de barrio, y en local fijo (32,89%). Más aún, gran parte de
los cuenta propia conforma la
ocupación informal (59,56%), seguidos por los empleados particulares que
constituyeron en promedio el 20,26% de la informalidad.
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